Avenida Juan Carlos I

Fue la primera vía ciclista que se dibujó en la ciudad y que se incorporaba al proyecto de la avenida Juan Carlos I.

El carril bici diseñado -hoy denominado acera bici- contaba con un ancho de 1,60 metros, constituyendo por cada margen del viario un itinerario ciclista que alcanza los 2.500 metros de longitud desde el inicio del proyecto en la  glorieta Ascensión Garccía Ortiz y Alberto Jiménez Becerril hasta San Severiano. “Se marca así un recorrido con posibilidad de conectarse a otros y seguir creciendo en futuras actuaciones”, decía la memoria del proyecto.

Su diseño como acera bici minimiza la afección al ciclista cuya continuidad en el itinerario se ve afectada únicamente por los cruces debidamente señalizados con el viario transversal, y no por las zonas de circulación, aparcamiento, maniobras o autobuses, al quedar separado del borde de la zona para vehículos por un resguardo de seguridad, también marcado sobre la misma acera.

Así, parte del espacio de circulación peatonal de ambas márgenes de la avenida Juan Carlos I se dedica ex profeso a las bicicletas mediante la señalización vertical y horizontal correspondiente y gracias al pavimento de distinto color al resto de la acera.

Para ello, se colocó una baldosa hidráulica, con pocas juntas y sin excesivos resaltes.  Con la intención de evitar el deslizamiento con pavimento húmedo se optó por un pavimento tipo baldosa bicapa de hormigón. Su color es rojo para diferenciarse visualmente del resto del acerado, y de buena calidad. El carril bici se amolda en su recorrido a las paradas de autobús, las salidas de emergencia y demás elementos urbanos que aparecen en las aceras.